Víctor Eduardo Caro
“ingeniero conocedor y apasionado por las matemáticas, escritor y poeta”
Víctor Eduardo Caro, ingeniero conocedor y apasionado por las matemáticas, escritor y poeta, hijo del intelectual y político conservador Miguel Antonio Caro, de quien heredó la forma delicada de usar el lenguaje, creía que la familia y la Iglesia eran las instituciones educativas encargadas de formar al futuro ciudadano con valores tradicionales, devoto y obediente. Su filiación política era conservadora y católica; su revista estaba enfocada en los niños de la ciudad de clases acomodadas; se vendía por 10 centavos cada ejemplar y por suscripción.
En el editorial, lugar favorito de la revista para Caro, su “balcón”, son visibles las aspiraciones de Chanchito para contribuir a la formación de los niños como ciudadanos. Allí se dirige directamente a los niños, a sus “lectorcitos” —llegó a tener 7000 suscriptores— y a sus familias para orientarlos sobre los temas y secciones de cada número y hacerles llamados acerca del comportamiento ideal. Apeló a los padres, a los abuelos y las madres para que acompañaran a los niños en diversas actividades que promovían su conocimiento.
Contexto Social
Marco histórico del proyecto
El marco histórico en el que se ubica este proyecto abarca una parte de la Hegemonía Liberal que comenzó con Enrique Olaya Herrera (1930-1934), siguió con Alfonso López Pumarejo (1934-1938), luego con Eduardo Santos (1938-1942), y finalizó en 1946. Sobresale que bajo el mandato de López Pumarejo inició una transformación en todos los aspectos inherentes a la población colombiana, acorde con la iniciativa del Estado de hacer una ola de innovaciones en las tradiciones que la hegemonía conservadora perpetuaba. López consideraba que el régimen conservador había dejado un pobre legado educativo en las masas nacionales y asumió que su bajo nivel educativo era la principal causa del atraso nacional (Molano & Vera, 1982).
En el momento en que la revista Chanchito se publicó, la educación se regía por el Decreto 491 de 1904, que en su artículo 49 aludía a lo conveniente que resultaba la asociación del buen régimen de la escuela con la cultura moral guiada por las virtudes del Instructor; así, el maestro pasaba a encarnar las condiciones de un buen padre de familia y por lo tanto procuraría enseñar de manera similar a como se hacía en el hogar doméstico.